miércoles, 9 de junio de 2010

Infancia. Trabajo Práctico nº 2



Debate: Trabajos Prácticos de Escritura Inicial (nº 1 y 2). Crear un personaje que pueda asociarse y adaptarse al grupo de “INFANCIA”, sin necesidad de ser éste, un niño.  


Sus ojos lo dicen todo. Muestran una pizca de ilusión y picardía, a la vez aderezada con una buena porción de inocencia y asombro. Esta curiosa mezcla se ve remarcada gracias a esa caída de párpados tan particular, el tipo de mirada que poseen los miopes y que los hace tan atractivos e interesantes. 
Sobre todo, no se le apaga el brillo de la ilusión, jamás lo descubrí con ese brillo ensombrecido. Tan sólo a veces, cuando los miedos, que todos tenemos en diversas ocasiones de la vida, le atenazaban y le hacían perder por momentos su estabilidad, parecía que el brillo y vivacidad de sus ojos se hubiera apagado. Pero volvía a restablecerse en minutos, horas o acaso en algún día. Volvía a resplandecer de nuevo, refulgente como siempre. Y así sigue. 
No es, por tanto, una persona proclive a la aflicción. Todos los días, se podría decir, que miraba el mundo con la misma intensidad, y todos los días le sacaba todo el jugo a sus vivencias y experiencias. Como si estuviese subido constantemente en un inacabable tobogán o como si estrenase un día tras otro día distintas pelotas de vivos colores. 
Las chispas de la picardía asomaban a sus córneas cuando componía un retruécano imposible a los que lo escuchábamos, encandilados con su gracejo, o cuando sugería chascarrillos moderadamente obscenos (otras veces, algo más subidos de tono), piezas todas ellas irremediables en nuestros encuentros amistosos. No obstante, seguía conservando una pátina de eterna inocencia, que es lo que no lo ha hecho crecer del todo, aunque haya traspasado ya hace tiempo la barrera de los cuarenta años. Más bien, se diría que él mismo no se deja crecer, cual Peter Pan redivivo, a fuerza de permanecer anclado en un perpetuo presente. 
Del mismo modo, mantiene todavía intacta la misma mirada de asombro que tenía a sus cuatro años, pues un día en su casa vi una foto suya con esa edad y es sorprendente cómo no le ha cambiado en nada. Pero que en nada. 
El carcajeo estentóreo también es característico de su persona. Una risa pletórica, como la de un niño descubriendo los placeres del simple reír por reír. Una risa con graves profundos, exhalada a pleno pulmón, sincera y arrogante. Es uno de sus grandes distintivos, y cuando la oímos a lo lejos, sabemos que ya viene cerca.
Con tales atributos, no es de extrañar que ande siempre buscando el cariño de los otros, la aceptación y la confirmación de que es alguien a quien poder amar. Su humor, su forma de mirar, de hablar y de comportarse no hacen otra cosa sino buscar la comprensión. Por eso es que sus gracias, que reparte como un párvulo los caramelos el día de su cumpleaños, arrebatan a quienes lo rodean. Nadie puede resistirse a la mirada y la risa franca de un niño, por muy crecidito que se nos aparezca.

07/06/09

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